Termina nuestro ciclo escolar y llegan las esperadas vacaciones y con ellas, muchas personas tienen la oportunidad de acudir a la playa o a algún centro recreativo.
Pero como en todo, si algo no hacemos bien y exageramos, puede traer repercusiones serias y convertir nuestras vacaciones en un problema de salud. El sol es vida y fuente de energía, por lo que debemos aprovechar sus beneficios que son muchos, pero también debemos cuidarnos de sus efectos nocivos, es por ello que debemos buscar un bronceado ideal, pero también la protección que impida el desarrollo de enfermedades y daños graves en nuestra piel.
Entre los beneficios que nos brinda el sol, están la luz, para la protección de nuestro sistema óseo, pero también están los beneficios que disfrutamos de forma individual cuando lo tomamos por placer, ya que por un lado nos proporciona una sensación de bienestar, relajación y buen humor que actúa como antiestrés, porque permite la producción de vitamina D, necesaria para la fijación del calcio que logra la adecuada formación de los huesos y dientes.
Sin embargo la energía solar que llega a la Tierra, está formada por distintos tipos de radiación y aunque ya ha sido filtrada por la capa de ozono, algunos como los rayos ultravioleta pueden dañar la piel, produciendo enrojecimiento, manchas, alergias, ronchas, quemaduras severas y hasta cáncer de piel.
Para realizar excursiones o disfrutar del aire libre es conveniente usar prendas livianas que posibilitan no tener que removerlas, pero que además dan paso a la transpiración, un elemento clave para lograr el equilibrio en la temperatura del cuerpo.
Es muy importante que ante cualquier duda soliciten la valoración por un dermatólogo quien es el especialista en el cuidado de la piel y te brindará la información que tu necesites.
Dr. Leopoldo Martínez Islas, Médico del Colegio Magallanes